Dolor pélvico crónico: causas y rehabilitación

Dentro de los trastornos del área abdominal, el dolor pélvico crónico (DPC) es una enfermedad que requiere atención especial, debido a que las causas que la originan son tan variadas que puede complicarse su diagnóstico.

En cuanto a sus efectos, las pacientes pueden ver alteradas sus capacidades tanto para trabajar y hacer actividades físicas, como para tener relaciones sexuales y dormir, o hasta ver afectada su salud mental y su estado de ánimo.

Por todo lo anterior, en esta ocasión te queremos hablar sobre los tipos de dolor pélvico, sus causas más probables y las formas más efectivas de tratamiento.

Características del dolor pélvico crónico

De acuerdo con el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG por sus siglas en inglés), este padecimiento se presenta solo o principalmente en la región debajo del ombligo de una mujer. Esto incluye la parte baja del estómago, la parte baja de la espalda, el trasero y la zona genital.

Asimismo, se considera dolor pélvico crónico si dura 6 meses o más, sin importar si es intermitente o si es constante.

Esto implica que puede seguir un ciclo regular (como durante la menstruación) o que ocurra solamente en ciertos momentos –como antes o después de comer, al orinar o durante las relaciones sexuales.

Se diferencia del dolor pélvico agudo en que éste dura poco tiempo (de unos minutos a unos días) y regularmente se debe a una causa específica, como una infección, un embarazo ectópico (cuando el óvulo fecundado se implanta fuera del útero) o un quiste ovárico reventado.

En cambio, diversos problemas médicos pueden causar DPC, ya sea que actúen en combinación o tengan un efecto aislado. Entre los más importantes están:

Afecciones ginecológicas:

  • Endometriosis. Trastorno en el cual el tejido que normalmente crece dentro del útero invade otras partes del cuerpo –los ovarios, la pelvis, la vejiga u otras áreas. Cuando llega el período, este tejido se hincha y sangra al igual que el revestimiento del útero, provocando dolor.
  • Enfermedad inflamatoria pélvica. Infección en los órganos reproductores femeninos (útero, ovarios y trompas de Falopio). A menudo se origina de una infección de transmisión sexual –como gonorrea o clamidia– que hace que las bacterias en la vagina y el cuello uterino se trasladen a los órganos internos, los infecten e inflamen. También puede generar adherencias (tejido cicatrizante) que causen problemas a largo plazo, como infertilidad.
  • Fibromas. Crecimientos no cancerosos de la pared muscular del útero. Pueden ser muy pequeños o tan grandes como un melón, y a menudo son dolorosos.
  • Remanente ovárico. Quistes dolorosos que se pueden desarrollar en las partes del ovario que quedan después de una histerectomía completa.

Otras afecciones médicas:

  • Problemas en las vías urinarias. Piedras en los riñones (cálculos renales), infecciones recurrentes en las vías urinarias y cáncer de la vejiga se asocian con el dolor pélvico crónico. Asimismo, entre el 38 y 85% de las mujeres con cistitis intersticial (inflamación en la pared y el revestimiento de la vejiga) acuden al médico acusando dolor pélvico crónico.
  • Problemas del sistema digestivo. El síndrome del intestino irritable –intestinos apretados o distendidos que provocan diarrea o estreñimiento– es uno de los trastornos digestivos más comunes asociados con el dolor pélvico crónico, al igual que problemas del colon –­diverticulitis, colon inflamado o cáncer.
  • Problemas musculares y esqueléticos. Sobrepeso, lesiones en los discos o espasmos del músculo pélvico son causas comunes, así como el síndrome de dolor pélvico periparto (tensión en los ligamentos de la pelvis y la columna por el peso adicional del útero durante el embarazo) y el síndrome de dolor miofascial (“puntos gatillo” que desencadenan dolor en músculos del abdomen, la vagina y la parte inferior de la espalda).
  • Abuso sexual pasado o presente. Si la paciente fue víctima de abuso sexual, es probable que experimente dolor pélvico crónico.

Este último punto es clave ya que, pese a que aún no se conoce el motivo de esta asociación, el ACOG apunta que cerca de la mitad de las mujeres con DPC tiene un historial de maltrato físico o sexual.

Diagnóstico y tratamiento

Como ves, la variedad de causas puede complicar el diagnóstico, pero exámenes físicos, pruebas de laboratorio y estudios de imágenes (ultrasonido, laparoscopia, colonoscopia) permiten a los médicos evaluar minuciosamente la condición de la paciente con dolor pélvico crónico.

Y si la causa no llegara a precisarse, existen opciones de tratamiento médico para aliviar el dolor, entre las que se incluyen:

  • Uso de analgésicos antiinflamatorios no esteroideos y antibióticos.
  • Uso de métodos anticonceptivos (píldora, inyecciones, DIU e implantes) para detener la ovulación, o tratamientos de hormonas.
  • Cirugías para extirpar fibromas, quistes y tejido de la endometriosis, o en casos extremos, para cortar nervios que bloqueen las señales de dolor e impedir que lleguen a tejidos u órganos.

Medidas complementarias y terapia física

Como en cualquier enfermedad, un cambio de estilo de vida –como adoptar un régimen nutricional y el ejercicio regular– aportan a la recuperación.

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Adicionalmente, la psicoterapia y las técnicas de relajación y manejo de estrés pueden ser útiles para sobrellevar casos de maltrato físico o sexual o depresión.

También, en un tratamiento como la “biorretroalimentación” (biofeedback) se combinan la terapia física y el control de estados emocionales para lidiar con el dolor, esto mediante la electroestimulación con máquinas de tecnología de punta como Phenix Liberty.

 

Finalmente, la fisioterapia y los diferentes métodos de rehabilitación del suelo pélvico, como la punción seca (que utiliza agujas de acupuntura para tratar los “puntos gatillo” miofasciales) y los masajes perineales, ayudan a fortalecer y reparar los grupos musculares de esta zona del cuerpo, elevando sustancialmente el bienestar de la paciente.

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